El voluntariado que, si bien no es remunerado, recibe otro tipo de compensación mucho más valiosa como es el agradecimiento de todas aquellas personas que apoyan en momentos en que la salud no acompaña. Un ejemplo de esta loable labor son las Damas de Azul, quienes a diario entregan ayuda humanitaria a los pacientes del Hospital de Santa Cruz.

Para conocer en profundidad la labor que realizan, conversamos con Lucy Arce Cornejo, secretaria de esta agrupación, quien nos cuenta respecto a cómo iniciaron esta aventura. “Acá en Santa Cruz comenzamos cuando en la parroquia nos visitó Caritas Chile en conjunto con el Arzobispado de Rancagua quiénes impartieron unos cursos. Y en base a lo que habíamos estudiado nos decidimos a realizar voluntariado en el Hospital de Santa Cruz, eso ya hace 19 años”, comenta la también fundadora de la agrupación en Santa Cruz.

Al ser consultada respecto a la labor que realizan, Lucy Arce indica que “nosotros estamos de lunes a viernes a partir de la ocho de la mañana, primero entregando desayunos en las salas de espera del hospital, luego vamos al casino a limpiar todo, para posteriormente dirigirnos a las distintas salas de hospitalización a entregar todo tipo de útiles de aseo que necesiten las personas a quienes no los han visitado o no tienen familiares”.

Cabe destacar que los productos que ellas entregan los financian por sus propios medios y aportes de privados. “Nosotras colocamos una cuota mensual, hay gente que nos coopera con alguna monedita y el agradecimiento también a don Antonio Castillo, dueño del supermercado La Colchagüina, a quien le llevamos un listado con lo que nos falta y también nos coopera”, reconoce la dama de azul.

Cuando le preguntamos sobre la reacción de las personas al momento de recibir este apoyo, la voluntaria no duda en rescatar que son todas de carácter positiva. “Feliz, porque la gente se siente querida, porque si no tienen familia y que uno esté cerca de ella y le ofrezca algo sin esperar recompensa los pone contentísimos”.

Efectivamente lo que nos cuenta lo comprobamos en terreno, acompañándolas en sus actividades conversamos con algunos beneficiados. Tal es el caso de María Aravena, usuaria del establecimiento, quien mientras recibía una taza de café en la sala de espera indicó que “me parece excelente (la iniciativa), porque uno llega temprano con frío y ellas nos atienden súper bien. El servicio que ellas hacen es muy bueno, porque uno llega a veces sin desayuno porque viene de lejos, así que yo lo encuentro excelente”.

Igual opinión tiene María Cádiz Vargas, quien se encuentra hospitalizada por una operación al hombro. “Me parece muy bueno porque uno no tiene acceso a salir a comprar, de repente una anda con las monedas justas para la micro. En noviembre tuve una peritonitis y me venían a dejar cremas y champú, ellas son un siete”.

Además de la entrega de alimentos y utensilios, la secretaria de las Damas de Azul reconoce que también se han convertido en una fuente de información para todos quienes visitan el recinto hospitalario. “A nosotras siempre nos están capacitando y tenemos que saber dónde está cada servicio, para informar a los usuarios porque siempre están consultando, hemos tenido incluso que acompañar a personas al ascensor porque no se atreven a usarlo”.

Al momento de contarnos alguna anécdota, la señora Lucy se emociona hasta las lágrimas recordando una situación que le tocó vivir hace un tiempo. “Un niño de Chépica, de unos 35 años, que estuvo como 15 días hospitalizados, estuvo por más de una semana pidiéndome que lo vistiera. Él no tenía nada, yo le busqué ropa, le conseguí zapatos y le traje perfume. Después de esto conversé con él, le dije que mañana lo vendría a ver y cuando volví el día después ya estaba fallecido. A mí esa experiencia me marcó mucho, que lo único que deseaba era que lo vistiera para irse”.

También han pasado situaciones alegres como ofrecimientos de matrimonio de parte de los pacientes que son viudos o cuando entregan utensilios y alimentos, les han pedido que sea “directo de la vaca” para tomar leche más natural.

El motor que mueve a este grupo para seguir ayudando es la reacción que provocan en las personas, así lo especifica Lucy Arce. “Lo que uno entrega, en comparación a lo que la persona le entrega a uno es mucho más. Yo no podría volver a mi casa y dejar de seguir realizando esta labor, me siento sumamente útil, al poder ayudar a los demás y entregar una palabra de cariño a quién lo necesita, tomar su mano, tocar su cara. Hay gente muy abandonada, nosotros nos hemos convertido en familia de algunos pacientes y eso nos satisface como persona”.

Lamentablemente nos cuentan que ha disminuido el número de la agrupación debido a fallecimientos y enfermedades, por lo que realizan un llamado para que se integren. “Si quieren inscribirse a nuestro voluntariado deben acercarse a una de nosotras y llenar una ficha. Lo importante es que tengan disponibilidad de trabajar y que quieran entregar su tiempo a los demás”, finaliza la señora Arce.

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