Desde la firma del TLC con China en 2006, los lazos comerciales de Chile con Beijing han aumentado exponencialmente. Si bien nuestros envíos a ese país siguen concentrándose en cobre y sus derivados, las exportaciones chilenas de vino, salmón y productos agrícolas han ganado un espacio en el mercado del país asiático. No obstante, las auspiciosas relaciones comerciales entre ambos países corren el riesgo de estancarse si Chile no logra avanzar a nuevas fases en la relación, ya sea ofreciendo servicios más sofisticados, como atrayendo capitales chinos. En efecto, la gran ausente en este creciente vínculo comercial ha sido la inversión desde China, que hasta ahora ha favorecido a países vecinos, especialmente Perú.

Por ello, esta última visita de Estado de la Presidenta Michelle Bachelet a China podría ser un punto de inflexión. Su participación en el Foro Internacional del proyecto de la Franja y la Ruta el pasado 14 y 15 de mayo, junto a una treintena de líderes de Europa, Asia y África, podría ser una nueva oportunidad para fortalecer los lazos económicos y abrir otras áreas de crecimiento a largo plazo.

En esto es clave el ingreso de Chile como miembro del Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII), anunciado durante la gira presidencial, ya que podría acelerar la entrada de financiamiento chino a proyectos en nuestro territorio y avanzar con ello hacia una mayor sofisticación en la relación económica y comercial con Beijing.

No obstante, si Chile quiere aprovechar el crecimiento chino para potenciar su propio desarrollo en otras áreas de su economía, debe ofrecer una mayor gama de servicios pensados en la necesidades particulares del mercado chino y sus consumidores; promover además el intercambio científico-tecnológico que permita consolidar una relación a largo plazo de beneficio mutuo; y por sobre todo, invertir en la formación de recursos humanos capacitados para establecer redes con interlocutores chinos, que dominen las sutilezas culturales y políticas necesarias para ello. Sólo un trabajo y planificación multidimensional permitirán a nuestro país aprovechar iniciativas históricas como esta.

Álvaro Etchegaray
Colaborador del Instituto Confucio
Universidad Santo Tomás

 

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