Hace unos días los noticiarios informaban de la masiva infección por virus Hanta en el sur de Argentina. Ya son 14 los fallecidos y entre ellos una mujer chilena. Nos hemos ido acostumbrando a que todos los años, en esta época, las autoridades llaman a tomar medidas de prevención, pero poco se dice sobre los efectos del cambio climático sobre la salud y, particularmente, sobre sus efectos en los virus y otros microorganismos que causan enfermedades.

Evidencia científica reciente muestra que las variaciones de la humedad y la temperatura están provocando que virus, bacterias, mosquitos, se hagan más resistentes o aparezcan en zonas donde antes no solían encontrarse.

Chile tiene características geográficas, demográficas y ecosistémicas que lo convierten en un país especialmente sensible al Cambio Climático en el ámbito de la salud. Nuestro país reúne siete de los nueve criterios de vulnerabilidad al Cambio Climático que ha establecido Naciones Unidas.

Tenemos áreas costeras de baja altura; un extenso ecosistema montañoso; grandes zonas áridas, semi-áridas y de bosques; áreas propensas a sequías y desertificación; zonas urbanas con contaminación atmosférica y áreas de potencial expansión de vectores sanitarios, como el ratón portador del virus Hanta.

La mayor frecuencia de los llamados fenómenos meteorológicos extremos, como temporales, inundaciones, olas de calor y sequías, es una de las consecuencias más importantes  del Cambio Climático, que tarde o temprano, afectan la salud de la población. Científicos y expertos sostienen que estas variaciones están favoreciendo la aparición de nuevas enfermedades y el resurgimiento de otras que se pensaba ya desaparecidas.

Las alteraciones de parámetros climáticos, como las precipitaciones, la humedad y la temperatura, podrían aumentar la ocurrencia de algunas enfermedades ya existentes en el país, facilitar la introducción de nuevas enfermedades y exacerbar el efecto de ciertas variables ambientales en la salud.

En la zona centro‐sur, por ejemplo, se espera un aumento de enfermedades transmitidas por roedores y garrapatas, como el virus Hanta y la rabia, mientras que en el norte grande, se favorecería el desarrollo de enfermedades vectoriales, como la malaria y el dengue, que actualmente no existen en Chile.

Virus como el dengue, el zika o el chikungunya son transmitidos por mosquitos que, como todo organismo vivo, también cambian su zona de actividad, obligados a migrar por los cambios de humedad y temperatura en el ambiente.

Por esto es muy importante que tomemos conciencia de que la sumatoria de nuestras conductas habituales, tiene efectos en el medio ambiente. Desde la cantidad de agua que utilizamos, hasta los gases que emiten los vehículos que utilizamos para transportarnos, producen efectos sobre el medio ambiente que, más temprano que tarde, se traducirán en nuevos problemas de salud para todos los chilenos.

 

Giovanni Calderón Bassi
Director ejecutivo de la Agencia
de Sustentabilidad y Cambio
Climático – CORFO

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