
¡Soy Ingeniero Constructor, una carrera que, hace 25 años atrás, era considerada como “una carrera masculina”! Recuerdo perfectamente cuando, a los 18 años recién cumplidos, decidí postular a la Universidad a una carrera de Ingeniería. Me llamó la atención el enorme campo que abarcaba el área de construcción y decidí matricularme. Feliz y entusiasmada le comenté a mi padre mi enorme decisión y él, lejos de estar feliz por mí, me dice: “¿Y por qué no escogió una carrera de señorita?”.
Ese fue el primer hecho que me hizo darme cuenta de que el camino no sería fácil. Durante el período de estudios, tuve docentes que nos trataban a todos los alumnos por igual, pero otros claramente denotaban una preferencia hacia los estudiantes masculinos. “Cuidado, no se vaya a romper las uñas”, “Revuelva la masa del hormigón, igual como cuando en la casa las mandan a hacer pan”, “Ustedes, las mujeres, vienen a la universidad a puro buscar marido no más”, “Los textos de construcción, si se dan cuenta, están redactados por hombres…por si las señoritas no se han dado cuenta, algo debe indicar” … y tantas otras frases que nos repetían, a las “señoritas”, durante las clases. Ya el proceso de estudio era difícil y claramente estas actitudes y comentarios nos hacían el proceso muchísimo más complicado. Entramos 45 mujeres a estudiar el año 1996 y sólo 6 nos logramos titular, el año 2001.
El segundo paso era entrar al mundo laboral. En mi caso, tuve suerte dado que me dejaron trabajando en la misma empresa constructora donde realicé mi práctica profesional, pero a muchas de mis compañeras solo les ofrecían hacerse cargo de la “venta de inmuebles” o “servicios de postventa”, usando faldas cortas y blusas ceñidas.
No fue fácil empezar a trabajar en terreno pues, como todos saben, los maestros suelen “piropear” a toda mujer que pasa por una obra en construcción. Con todo, hubo que demostrar que si estaba ahí era porque tenía los conocimientos y las ganas de sacar la obra adelante como cualquier profesional masculino. Ese proceso tomó años, pero al final, era gratificante ver como los maestros respetaban mis decisiones y sugerencias sin importar mi género.
Hoy en día veo con mucho optimismo cómo los tiempos han cambiado y muchas más mujeres se encuentran insertas en el mundo de la construcción, no solamente a cargo de equipos o jefaturas, sino como maestros, carpinteras, electricistas, enfierradoras, ceramistas, pintoras, bodegueras, etc. Hemos avanzado enormemente en este último tiempo, pero aún nos falta romper algunas barreras impuestas en el ámbito salarial. Estudiantes, independientemente del género, les toca continuar con este proceso de crecimiento e igualdad.
Karen López Hernández
Docente del Área de Ingeniería
IP-CFT Santo Tomás Rancagua
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