En época de pandemia y resguardo sanitario, el desarrollo de la actividad física se ha visto mermado por condiciones y exigencias necesarias para la prevención y propagación del virus. El confinamiento, distancia física y uso de mascarillas, son vitales para evitar los contagios masivos que determinan hoy por hoy, la vida de las personas en comunidad.

Inmersos en este mismo escenario de incertidumbre, el SEREMI del Deporte, Diego Ramírez, ha establecido que aún no existen los permisos para practicar deporte ni abrir recintos, “eso hasta que desde el Ministerio de Salud se nos diga lo contrario. Sé que están en construcción protocolos para cada disciplina, pero sigue supeditado a ese control. Sabemos que muchos atletas, asociaciones, federaciones y clubes están ansiosos por el regreso, pero hoy lo más importante es detener al COVID-19”, declaró el jefe sectorial.

No obstante, para muchos es usual observar a personas, incluso familias, que salen a trotar por calles y avenidas para eliminar el estrés del encierro. La gran mayoría de ellos lo hace con medidas de protección pero, ¿es recomendable correr con mascarilla?

Eliara Klein, encargada regional del área competitiva del IND, sostiene que “la ventilación provoca un flujo deslizante activo de hasta 5 metros, el cual puede ser factor de contagio. El uso de mascarilla facial no es recomendado por expertos mundiales en Medicina Deportiva, ya que, limita la ventilación provocando un sobreesfuerzo para la captación del O2”.

De igual forma, Klein, insiste que “en el trote se realiza un trabajo físico con compromiso del ritmo cardíaco y se eleva la frecuencia respiratoria. Por tanto, si se usa mascarilla inhalamos nuestro propio bióxido de carbono, lo que puede provocar envenenamiento, intoxicación o desmayo”.

Hoy toma mayor fuerza el modelo usado por países que han superado la crisis del contagio (en Chile aún no), en donde la práctica de actividad física  y deportes,  se realiza sin mascarillas,   pero entrando en fases progresivas hacia el desconfinamiento total, por ejemplo, en espacios abiertos, donde haya escasa carga viral de superficies y ambientes,  con  un número reducido  de personas y  de acuerdo a las recomendaciones emitidas por la OMS y la autoridad sanitaria local.

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