La última medición del indicador de calidad de vida urbana en Chile ubicó al área metropolitana de Rancagua-Machalí como octava dentro de las 10 mejores urbes para vivir.

Hace siete años que la Pontificia Universidad Católica y la Cámara Chilena de la Construcción (CChC) elaboran el Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) que tiene como propósito evaluar mediante parámetros objetivos la calidad de vida de los principales centros urbanos de Chile.

Básicamente, mide las condiciones de vida de la población generadas a partir de las actuaciones y dinámicas de transformación del espacio urbano inducidas por actores públicos, privados y la sociedad civil, medidas y comparadas con información estadística provistas por fuentes oficiales públicas y privadas lo más actualizadas posibles y basa su análisis en la descripción de seis ámbitos: Vivienda y Entorno; Salud y Medio Ambiente; Condiciones Socioculturales; Ambiente de Negocios; Condición Laboral;Conectividad y Movilidad.

Según el estudio elaborado por el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Universidad Católica de Chile en conjunto con la CChC, el ranking de comunas, sigue liderando Las Condes, seguido de Vitacura y Providencia, panorama que se repite por tercer año consecutivo.

Como en el año anterior, resultan ser 5 comunas del Gran Santiago quienes están en los top 10 y en contraposición por primera vez resultan ser las últimas 10 todas del Gran Santiago, primer síntoma de un aumento en la brecha en la calidad vida de la capital de Chile.

Por ello, este índice es una foto más que nítida de la realidad en la que viven los chilenos en los principales asentamientos urbanos del país.

Es así como la comuna de Machalí vuelve a ser la que cuenta con una mejor calidad de vida en la Región de O’Higgins de acuerdo al Índice de Calidad de Vida Urbana (ICVU) 2017 presentado este martes por la Cámara Chilena de la Construcción.

Machalí se ubica en el puesto número 23 dentro del ranking nacional de comunas mejores para vivir, subiendo del 36° lugar del año anterior.

El mismo estudio deja en el segundo lugar a nivel regional a San Fernando (32 a nivel nacional), seguida de Rancagua (38) y Rengo (52).

De las 10 áreas metropolitanas consideradas en el ICVU 2017 destaca Puerto Montt-Puerto Varas en el primer lugar en términos de calidad de vida. Es así como, el área Rancagua-Machalí se ubicó en el sexto lugar de las ciudades metropolitanas para vivir levemente por debajo de Temuco-Padre Las Casas y sobre Chillán-Chillán Viejo, el Área Metropolitana de Santiago, Antofagasta e Iquique-Alto Hospicio.

Arturo Orellana, coordinador del equipo de trabajo de la PUC, sostiene “lo que se observa es una ‘polarización’ de la calidad de vida urbana, puesto que en el período 2013-2017 disminuyó significativamente el número de comunas ubicadas en el rango intermedio, aumentando las que se posicionan en los rangos inferior y superior de calidad de vida”. En relación al Gran Santiago, el profesional destacó que “existe una importante falencia en la provisión de bienes y servicios, tanto públicos como privados, en un creciente número de comunas, que solo algunas de ellas han logrado revertir -como es el caso de San Miguel y Macul- mediante procesos regulados de densificación y buena conectividad”.

Por su parte, Moisés Saravia, vicepresidente gestión de la Cámara Chilena de la Construcción Rancagua, destacó que “el ICVU deja en evidencia que en un plazo de cinco años pueden pasar muchas cosas en materia de desarrollo urbano y de calidad de vida urbana, por lo que resulta evidente la importancia de que las ciudades y las comunas planifiquen su desarrollo a largo plazo y cuenten con planes reguladores propios, que se actualicen sistemáticamente a partir de acuerdos y procesos de participación ciudadana”.

Finalmente, el dirigente gremial explica que “el ICVU busca precisamente evitar que aumente la desigualdad de calidad de vida urbana. Más que un ranking, su mayor aporte es que permite identificar con claridad cuáles son los aspectos deficitarios de las comunas y por ende, dónde hay que concentrar los esfuerzos público-privados para revertirlos”.

Estos indicadores generan un desafío y una gran oportunidad para que regionalmente se redoblen los esfuerzos para mejorar estas cifras.

 

 

 

 

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