
En nuestra realidad latinoamericana, la construcción de género exige la integración de las mujeres al desarrollo, ya que ellas, sin duda, aún no tienen las mismas oportunidades que los hombres y en esto está justamente posicionada la construcción de la equidad.
No es para nadie extraña, la situación de las mujeres en nuestra América Latina, las cuales aún viven situaciones de sometimiento y discriminación, debido a todo el soporte cultural, el cual legitima la exclusión de género y cuyo arraigo hace parecer su transformación como algo casi imposible en algunos sectores.
En nuestra realidad, las mujeres son educadas y culturizadas como un “ser para otros”, por lo que se potencian “habilidades” (como una característica casi de nuestra naturaleza humana) en el ámbito de la maternidad y la vida doméstica (reforzada por la frase “reina de la casa”, de lo privado, no de lo público). Por lo que, a modo de cotidianidad, son generalmente las mujeres las que asumen el trabajo doméstico, son ellas las que sufren mayor violencia estructural legitimada, la cual intimida y agrede (ejemplo, molestadas sexualmente).
Todo esto provoca, según el Centro de Estudios de la Mujer (CEM), la siguiente afirmación: “Desde el momento en que nace, la niña es percibida diferente. Aún subsiste en algunos ámbitos o sectores (cada vez menos) la idea de que es mejor tener un niño y no una “chancletita”, en parte por el arraigado concepto machista del hombre como el protagonista de la historia, en parte, porque muchos padres y madres perciben que la hija se enfrentará en la vida a mayores dificultades que les exigirán cuotas de sufrimiento”.
Según el informe “La voz de los niños” (CEM), existen “claras diferencias entre las aspiraciones de niños y niñas. Mientras ellos aspiran a una variedad mayor de opciones profesionales, generalmente más valoradas y remuneradas, como ser ingeniero, aviador, abogado o médico, ellas aspiran a un número menor de profesiones, generalmente subordinadas a otras y esto se gesta a partir de los procesos de socialización”.
Es por esta razón que se hace imprescindible ampliar las oportunidades, conocer las expectativas de vida de las mujeres y cómo estas expectativas se construyen, con el fin de generar políticas sociales en base a la realidad, las cuales, a su vez, deben ser construidas, en cooperación, con las profesiones del área social.
Ahora la pregunta es, ¿por qué las expectativas de las mujeres son relevantes y nos incumben a todos? Para establecer hoy posibles soluciones, es indispensable que posibiliten un cambio hacia una mayor equidad social mañana. Existiendo en un país marcadas diferencias educacionales, se presume que no todos los y las estudiantes, en su mayoría hombres, alcanzarán un nivel mayor de especialización. Esto trae consigo una mayor dependencia económica internacional y por ende una mayor vulnerabilidad ante los vaivenes del mercado, lo que sin duda empeora, entre otras cosas, como las antes mencionadas, el panorama micro y macroeconómico y social de un país, en donde las familias con mujeres como jefas de hogar aumentan día a día.
Esperanza Faúndez Escandor
Directora de Carreras del Área
Ciencias Sociales
IP Santo Tomás Rancagua
Comments