
En cualquier ámbito de la educación, al hablar de experiencias de aprendizaje, hoy debemos ligarlo al uso de tecnologías como herramienta para su desarrollo. En la educación inicial – de la que formo parte como directora regional de JUNJI – hemos integrado este nuevo modo de aprender y ha sido clave el rol de las educadoras para adaptar su labor pedagógica tradicional al uso de herramientas de educación a distancia.
El desafío en la educación parvularia, más allá de la adaptación tecnológica en sí misma, se focalizó en el desarrollo de experiencias de aprendizaje de calidad, innovadoras, que fueran amigables y entendibles para las familias, con el fin de que las pudieran aplicar en sus hogares a partir de nuestras directrices entregadas en formato on line.
En este sentido, mi foco hoy no es la pandemia en sí, sino cómo a través de una crisis, los seres humanos hemos sido capaces de reinventarnos y ser un aporte desde nuestras habilidades menos explotadas.
Experiencia quiere decir, circunstancia o acontecimiento vivido por una persona. Por otra parte, aprendizaje, es una acción y efecto de aprender algo y que, por la práctica, este perdure en el tiempo.
Para todos ha sido una nueva experiencia, padres y apoderados, niños, niñas y educadoras han logrado interactuar de una forma armoniosa y participativa todo este tiempo, logrando resultados inesperados que mantienen viva la motivación por entregar educación de calidad de esta forma.
Es aquí donde me quiero focalizar. Nuestras profesionales de JUNJI han desarrollado en sí mismas sus experiencias de aprendizaje para enseñar buscando fórmulas y continuar la conexión con los niños y sus familias sin mermar su trabajo profesional, permitiendo agregar mayores competencias a su desarrollo profesional.
Es así como creo que emerge con más fuerza una nueva forma de hacer educación parvularia, una forma innovadora de entregar a las nuevas generaciones herramientas que compatibilizan con las necesidades del siglo XXI y de cómo debemos convivir con ellas; cómo nuestros niños y niñas pueden adaptarse y seguir recibiendo de la mano de sus educadoras y técnicos el derecho que tiene todo ser humano de ser educado.
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