Cada 2 de abril, el mundo celebra el Día de la Concienciación sobre el autismo, una fecha crucial para reflexionar sobre la inclusión de las personas con autismo en nuestra sociedad. En Chile, la temática del autismo ha ganado visibilidad, principalmente este último tiempo, pero aún nos encontramos frente a importantes desafíos en cuanto a comprensión y accesibilidad. Más allá de saber qué es el autismo, la pregunta clave es: ¿estamos realmente construyendo una sociedad que valore la diversidad y proporcione las condiciones necesarias para la participación plena de todas las personas, incluidas aquellas con autismo?

En la realidad chilena, las personas con autismo a menudo enfrentan barreras significativas, tanto en la educación como en la integración social. Aunque el marco legal ha avanzado – con  iniciativas como la Ley 21.545 que establece la protección de los derechos de las personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) en el ámbito social, de salud y educativo – muchas veces el enfoque o la práctica de la misma ley sigue siendo limitado. A menudo, las aulas y los espacios públicos no están diseñados para responder a las necesidades específicas de quienes tienen autismo, lo que crea una brecha entre lo que la ley establece y lo que realmente se implementa en el día a día.

Una de las principales barreras no está en las personas con autismo, sino en la falta de comprensión y flexibilidad por parte de la sociedad. Las diferencias sensoriales, la comunicación distinta y las formas particulares de aprender y relacionarse que presenta el autismo no son defectos, sino características que requieren ser reconocidas y respetadas. La inclusión verdadera comienza con una actitud de apertura, donde cada uno pueda expresarse a su manera sin temor a ser juzgado o excluido.

Es vital que desde temprana edad se fomente la educación en torno a la diversidad. Afortunadamente, cada vez más escuelas y familias en chile están promoviendo la inclusión de estudiantes con autismo, pero aún falta mucho por avanzar. La formación continua de docentes, el acceso a recursos educativos adecuados y la sensibilización social son pasos fundamentales para lograr una integración e inclusión efectiva. El autismo no es una barrera insuperable, sino una oportunidad para enriquecer a nuestra sociedad con nuevas perspectivas y habilidades.

La inclusión no debe ser vista sólo como una obligación legal o un favor hacia las personas con autismo, sino como un beneficio para la sociedad. Cuando aprendemos a convivir y colaborar con la diversidad, todos nos enriquecemos y fortalecemos como comunidad.

En este contexto, es importante que como sociedad tomemos conciencia de que cada acción cuenta. Respetar los tiempos de respuesta, adaptar los entornos y educar a nuestros niños y jóvenes en valores de empatía y respeto son pasos sencillos, pero muy poderosos.

Este 2 de abril, te invito a reflexionar sobre tu rol en la construcción de una sociedad inclusiva. El autismo no es algo ajeno a nuestra realidad, sino una parte integral de ella. Al comprender y aceptar la diversidad, estamos construyendo un futuro más justo y enriquecido para todos.

Maciel Calquín Jofré
Docente del área Educación
IP-CFT Santo Tomás, sede Rancagua

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