
La Inteligencia Artificial (IA) está redefiniendo los fundamentos de la Educación Superior. Su implementación avanza en múltiples frentes: personalización del aprendizaje, automatización de procesos, análisis predictivo del rendimiento académico y nuevas formas de interacción con los estudiantes. Sin embargo, su integración plantea también retos éticos, sociales y educativos que no deben subestimarse.
La UNESCO (2023) establece que, si bien la IA tiene el potencial de apoyar la transformación educativa hacia sistemas más inclusivos y personalizados, este cambio debe regirse por principios claros: justicia, equidad, protección de datos personales, participación humana significativa y rendición de cuentas. La organización propone una hoja de ruta para que los responsables de políticas públicas en educación diseñen entornos seguros y éticamente sostenibles.
Desde una perspectiva latinoamericana, el IESALC-UNESCO (2023) enfatiza que las instituciones de Educación Superior no sólo deben adaptarse a la inteligencia artificial, sino que tienen un rol clave en la configuración de políticas nacionales de IA. Esto implica repensar el vínculo entre universidad, gobierno y sector productivo, y colocar a la educación en el centro de la conversación tecnológica.
Algunos ejemplos
En el plano institucional, universidades como la UCAM en España están demostrando el potencial práctico de la IA. A través de plataformas generativas y herramientas de automatización, esta institución ha logrado mejorar la experiencia educativa de sus estudiantes y optimizar procesos administrativos (Cadena SER, 2025). Estas experiencias muestran cómo la IA puede ser una aliada si se implementa con intencionalidad pedagógica.
Por otro lado, en un contexto global, diversas organizaciones sin fines de lucro están desarrollando sus propios modelos de IA educativa para atender a poblaciones marginadas. Lo hacen con enfoques abiertos, inclusivos y multilingües, desafiando el dominio de las grandes corporaciones tecnológicas (Business Insider, 2025). Esta tendencia representa una oportunidad para democratizar el acceso al conocimiento y ampliar las posibilidades educativas en contextos con menos recursos.
Ellucian (2024) también señala que la IA puede transformar profundamente la gestión institucional: anticipar riesgos de deserción, personalizar campañas de admisión, o integrar múltiples fuentes de datos para una toma de decisiones más ágil y basada en evidencia.
Sin embargo, también hay alertas. En un artículo publicado por El País (2025), se evidencian los riesgos del uso indiscriminado de IA por parte de estudiantes, quienes cada vez más recurren a estas herramientas para redactar trabajos académicos, afectando habilidades como la escritura, el razonamiento lógico y el pensamiento crítico.
Por ello, las universidades deben trabajar simultáneamente en cuatro frentes:
- Marco ético y regulatorio para el uso seguro y responsable de la IA.
- Formación docente y estudiantil en competencias digitales y pensamiento crítico.
- Integración estratégica de IA en procesos pedagógicos y administrativos.
- Participación activa en el desarrollo de políticas públicas de tecnología y educación.
La IA no es sólo una herramienta; es un cambio de paradigma. Y en ese cambio, la Educación Superior tiene un papel protagónico.
Carlos Paredes Parraguez
Director de carreras del área Administración
IP-CT Santo Tomás, sede Rancagua
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