El 25 de octubre, tendremos la opción de aprobar o rechazar una nueva Constitución, como también elegir el órgano que redactara la carta magna, distinguiendo entre una convención mixta constitucional y una convención constitucional. Parte del debate público se ha centrado en quienes conformarán el órgano colegiado, estos serán elegidos popularmente y tendrán la tarea de escribir y deliberar el nuevo texto constitucional. Algunos actores políticos, para fomentar la participación han buscado instaurar la idea de que la nueva Constitución va a ser liderada por ciudadanos de a pie, en mi opinión, esa afirmación es totalmente falsa, la famosa señora juanita de Ricardo Lagos no podrá ser parte del órgano que tendrá por misión el nuevo texto.

La irresponsabilidad, inconsciente o no, de quienes han ordenado su discurso en base a aquel a mensaje, se causa porque tendemos a pensar que los representantes deben responder a una lógica social, es decir, ser un fiel reflejo de la sociedad de la que forman parte, sin embargo, la representación nace con un origen político, por medio de instituciones y actores del mismo carácter, en efecto, deben responder a la realidad del sistema político. El mandato entregado por los representados a los representantes, es para ejercerlo en un sistema que es político y no social. Esto no tiene que ver con “la política para los políticos”, no obstante, ¿Cuántas fundaciones, grupos intermedios, organizaciones o movimientos sociales tienen representantes en el congreso?, pues ninguno, distinto es que integrantes de la Cámara o el Senado se sientan identificados y apoyen una causa u otra. Por ello la inclusión de escaños reservados para pueblos originarios, la equidad de género en la conformación de listas electorales y facilidades para independientes, responden a una demanda de favorecer la representatividad social y no política, por otra parte, podemos decir que el fin al binominal responde a una lógica política y no social.

Espero no romper con las ilusiones de nadie, pero lamentablemente la participación ciudadana no va estar reflejada en el órgano constituyente más que con el propio ejercicio de votar por uno u otro candidato, sea la convención mixta o la convención constitucional, esta estará dominada por los partidos políticos, los cuales encarnan la institucionalidad política del gobierno y el congreso, como también cuentan con un sistema electoral favorable. Esto no tiene que ver con reducir la cantidad de firmas para que independientes inscriban sus candidaturas, tiene que ver con la confusión entre lo político y lo social.

En mi opinión, dentro del proceso constitucional la participación va estar limitada al espacio que los partidos políticos quieran ceder o abrir, excluyendo del órgano colegiado a ciudadanos que se ubican fuera de las lógicas partidistas. De ese modo, el rol de otras instituciones va ser un factor clave para el fomento de la participación, naciendo en fundaciones e instituciones públicas o privadas. Probablemente en algún momento del proceso, veremos cómo los ciudadanos, ejemplificados en la señora Juanita, se sientan traicionados una vez más por la clase política.

Ignacio González Becerra
Estudiante de Ciencia Política
Universidad Central de Chile

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