Luz María Ahumada Pérez, tiene 52 años, 3 hijos, dos nietos y toda una vida ligada a la sal de mar, pues es nieta, hija y esposa de salineros del sector de Lo Valdivia en la comuna de Paredones.

Ella es parte de las mujeres que han visto siempre cómo se cosecha y extrae de los cuarteles el blanco mineral no metálico: la sal de mar. Tarea a la que han ayudado desde niñas, en algunas labores del proceso: pasar agua, que es agregar agua al cuartel de la producción de sal, manualmente, con un tarro con una cuerda y, vender la sal.

“Ese es nuestro aporte a los hombres de la familia. Mi papá, Eladio Ahumada, nos mandaba a las salinas, siendo niños y nos enseñó a mí, a mis hermanos y a mi mamá, María Pérez”, sostiene Luz María.

A más de 40 años de ello, Luz María Ahumada, continúa participando en la producción de sal, hoy con su marido salinero, José Ahumada. Además, ha dado un valor agregado a la venta del mineral no metálico. Detalla que se dio la posibilidad-a través de la Seremi de Minería, de realizar cursos (3 niveles)- que les permitieron aprender a preparar productos gourmet y cosméticos con sal de mar. “Eso nos hizo vender otros productos, más que la sal solamente, como lo hacíamos antes. Y sirve, porque es ‘platita’ extra para uno misma”.

Posibilidades de cambio

En Lo Valdivia (Paredones),  al igual que en Cáhuil (Pichilemu), hay mujeres que son dueñas de salinas, pero la cosecha y la producción la realizan con salineros, mediante el sistema de la medianería, que implica que el salinero entregará la mitad de los sacos de sal que se produzcan a la dueña/o de la salina y él dispondrá de la otra mitad.

-Hoy en día, las mujeres se están incorporando a diferentes sectores productivos que antes, estaban reservados solo para los hombres, ¿usted cree que en este nuevo escenario, ellas se incorporarán como salineras, cosechando sal?

-Pienso que las mujeres se van seguir incorporando a la venta de sal de mar, ya sea a través de la fabricación de productos con sal de mar o vendiendo la sal natural. Sobre el trabajo en los cuarteles, yo, por ejemplo, voy con mi hija a cambiar agua, a pasar agua, eso siempre lo hemos hecho, ayudamos en la producción.

Sin embargo, acota que “las mujeres no envasamos la sal, porque es trabajo pesado, es trabajo de hombres. Lo que sí, a veces, algunas señoras ayudan a coser los sacos, pero el llenado y el traslado (de los sacos), lo hacen ellos”.

¿Entonces, usted no ve posibilidades que la mujer se incorpore como salinera, en la producción?

-Sacar la sal del cuartel no es fácil y es pesado como trabajo; las palas con que se hace son pesadas y la sal también porque viene con agua; entonces, se necesita fuerza y hay que saber hacerlo porque uno podría sacar barro y no sal, se debe hacer a cierta profundidad”.

Oficio que se debe mantener

Para Luz María Ahumada, al igual que para Viviana Menares de Cáhuil, el oficio de salinero “debería enseñarse en los colegios” y es que ellas ven con preocupación que cada día los jóvenes se interesan menos en ser productores de sal. “Por ejemplo -expone Luz María- acá en Lo Valdivia los niños se dedican ahora a otra cosa, como a jugar en el teléfono. Entonces, si no incentivamos  los papás, ellos no van a aprender a hacerlo”.

Pero considerando este escenario de falta de mano de obra, ¿Podría el oficio de salinero enseñarse a hombre y mujeres?

-Sí, pero creo, personalmente, que va a costar que la juventud actual se inserte en el campo laboral de las salinas, pienso que no tienen interés. Los jóvenes quieren estudiar y salir a trabajar, posteriormente, en lo que aprendieron. A uno le debe gustar lo que hace y debe nacerle hacerlo.

A nivel más general ¿cree que las mujeres seguirán insertándose cada día más al mundo de la minería metálica?

-Yo creo que sí y creo que hay que incentivarlas para que lo hagan, así como creo que con apoyo las mujeres podríamos, por ejemplo, envasar la sal en los sacos de 25 kilos que se usan ahora (antes eran de 50). Si lo más complicado de aprender es a sacar la sal, porque uno debe estar en el agua por largo tiempo y el agua es helada, algunos hombres realizan este trabajo a pie pelado o con botas.

Luz María Ahumada expone sobre la mesa de su cocina, los últimos productos que aprendió a fabricar como: shampoo de manzanilla, de cola de caballo, bálsamo de carbón, jabón de carbón, gel de manos, a la vez que se despide aseverando que en la minería no metálica, las mujeres “generarían un cambio en los temas o vocabulario, que es más fuerte o brusco en un mundo de hombre, suavizándolo y volviendo más amable el trato entre las personas”.

 

 

 

 

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