
El SERNAC realizó una encuesta para conocer las experiencias de consumo de las mujeres y sus percepciones respecto al trato que reciben de las empresas por su género.
El objetivo de esta encuesta fue levantar las conductas de las empresas o sus dependientes, que puedan afectar a las consumidoras en el comercio y entender aquellos ámbitos en las que puedan ser más vulnerables por ser mujer.
Tras analizar las respuestas, un 88% de las entrevistadas indica que se ha sentido discriminada alguna vez en el comercio, sólo por ser mujer.
Lo más complejo es que nos dicen que se mantienen ciertos prejuicios, como que saben menos por ser mujer, especialmente en ciertos mercados culturalmente asociados a lo masculino, como el financiero, el automotriz o la tecnología.
En este sentido, se percibe la práctica denominada “mansplaining”, esto es, que los vendedores les explican a las mujeres las cosas de manera condescendiente o paternalista, haciéndolas sentir incómodas.
Asimismo, las mujeres indican que se han sentido discriminadas al solicitar un crédito debido a que los dependientes asumen que por ser mujeres tienen poco poder adquisitivo, lo que repercute en la mala atención. Otro porcentaje importante indica que se han sentido discriminadas debido a que les han preguntado su estado civil o se dirigen al hombre que las acompaña.
Por otro lado, un 67% de las entrevistadas indica que no se siente representada por la publicidad, pues todavía perciben que las muestran en situaciones asociadas al hogar, cuidado de los niños, o se utilizan modelos que no representan la variedad de perfiles. En general, se percibe que las protagonistas de la publicidad son mujeres delgadas, altas y caucásicas, que no representan físicamente a las mujeres chilenas ni latinas.
En el informe, las encuestadas señalan que el vestuario femenino no tiene suficientes tallas ni responde a la variedad de cuerpos. Existe además una falta de estandarización, pues una talla no es la misma en un comercio que en otro, no respondiendo a las necesidades de las mujeres.
Asimismo, más de la mitad de las mujeres indican que se han sentido discriminadas al tener que pagar de más por productos que son considerados “para mujeres”, porque son de color rosado o de otra característica “femenina” (el llamado “impuesto rosa”).
Esta encuesta nos muestra prácticas que siguen presentes y debemos erradicar entre todos los actores. No es posible que en el comercio se mantengan prejuicios que consideren a las mujeres como personas sin capacidad económica, que tienen que pedir permiso al marido para las decisiones financieras, que no entienden sobre ciertos temas, entre otros.
Es momento de que las empresas desarrollen prácticas, productos y servicios que estén a la altura de sus necesidades, incluyendo la publicidad y el trato de los vendedores, pues en materia de consumo estamos en deuda con el trato justo e igualitario a las mujeres.
Ignacio Tello
Director Regional del SERNAC
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