Fue quizás porque recorrió desde temprana edad junto a su madre el Chile profundo en busca de nuestras raíces musicales, que Ángel Parra fue un incansable cantor, autor y compositor hasta muy poco antes de su muerte.

Con su partida nos deja un legado inmenso. Su amor por la música lo llevó a invertir gran parte de su vida a la creación. Primero en Chile, luego en México y finamente en Francia, el país que le diera asilo y que ahora lo ve partir. La música popular chilena está hoy de luto.

Ángel fue un prodigio del guitarrón. Formó agrupaciones musicales desde su juventud, una de ellas junto a su hermana Isabel y su madre, con la cual recorrieron Europa bajo el nombre Los Parra de Chile.

Tocó desde villancicos hasta tango, fue autor de varios libros, entre ellos uno que recorre su vida entrelazada con la de la gran Violeta y se dio el gusto de hacer de curador de su museo siguiendo la voluntad de su progenitora, que quería que sus obras quedaran en el país y abiertas para todos.

Él decía que las canciones, sus canciones, le pertenecen al pueblo porque fueron inspiradas por las luchas, amoríos y las situaciones más contradictorias que enfrenta a veces, la gente de este país.

Y así nos deja. Con proyectos en camino, con partituras sin terminar y libros sin escribir. Se va tempranamente Ángel Parra y su partida nos recuerda que la historia de Chile está forjada de grandes creadores que le han dado alma a este territorio. Que han rescatado la semilla desde lo más recóndito de las regiones y la han llevado mucho más allá de nuestras fronteras.

El legado de este Parra, uno de los grandes, seguirá marcando huella y camino para las nuevas generaciones dispuestas a seguir patentando la identidad de nuestra música, aquí y en todos los rincones.

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