El objetivo de este artículo es informar a través de mi experiencia profesional e información veraz y científica sobre el uso y abuso de pantallas y los efectos que pueden tener en el desarrollo emocional y psicológico de nuestros estudiantes. Distintas áreas – además de años de experiencia profesional y estudios psicológicos y neurológicos nacionales e internacionales por especialistas en el desarrollo y formación del ser – plantean una correlación entre el abuso de pantallas, el abuso de sustancias y la gratificación instantánea real y no instantánea. Las adicciones modernas son cada vez más reconocidas dentro de nuestra población a nivel global y están presentes en nuestros hogares, con nuestros propios hijos o estudiantes, los reconocidos nativos digitales, las nuevas generaciones.
¿Y cómo es posible que las nuevas tecnologías repercutan a lo largo del ciclo vital, académico y afectivo en nuestros estudiantes? El uso excesivo de pantallas y diferentes aplicaciones se manifiestan como la adicción a cualquier tipo de droga. Las pantallas y aplicaciones están creadas para aumentar la liberación de dopamina en el sistema nervioso central, la cual está a cargo de regular la sensación de placer y gozo.
Adicción a las pantallas
Para comprender los riesgos de esto, debemos analizar desde el principio que somos seres fisiológicamente existentes; el sistema de recompensa es un grupo de neuronas y neurotransmisores que hacen que asociemos ciertas situaciones a sensaciones de placer.
Esta dinámica existe tanto entre distintos tipos de estudiantes, como por supuesto de distintas realidades socioculturales.
Dada mi experiencia profesional – desde el ámbito clínico, escuela y Sename – particularmente en todas las entrevistas sobre cómo es la rutina de cada uno de los individuos y claramente dada la alta demanda de tiempo de la vida moderna, los agentes externos que se relacionan con la gratificación instantánea están adjudicados al día a día, desde incluso los primeros meses de vida.
Como padres o agentes cuidadores no nos planteamos lo siguiente: ¿qué razones necesitamos para eliminar las pantallas en nuestros hijos mientras comen, esperan, van en el tránsito de la escuela a casa, se enfadan o mientras están aburridos? O lo planteo de otra forma, si concientizáramos que a nivel cerebral el abuso de pantallas genera el mismo efecto que el consumo de alcohol o drogas en un adolescente, incluso adulto, ¿estaríamos llevando esta rutina de manera constante? ¿Seríamos los padres o cuidadores, realmente los primeros proveedores o, como se menciona en las calles, traficantes de adicciones para nuestros hijos?
Experiencia internacional
Una investigación canadiense publicada en JAMA Network Open concluyó que la exposición a las pantallas se asociaba con síntomas de depresión, ansiedad, problemas de conducta, irritabilidad e hiperactividad. Vivimos en una era donde la relación entre el placer instantáneo es directamente proporcional al declive académico. Si hablamos de educación y nos planteamos los modelos de países desarrollados, podemos ver como Silicon Valley – epicentro de la economía digital, donde se produce y se vende la mayor parte de la tecnología actualmente – está rodeado de colegios en los que no se utilizan ni ordenadores ni tabletas.
En el Waldorf School of The Peninsula, un colegio privado donde se educan los hijos de directivos de empresas como Apple, Google y otros gigantes tecnológicos no tienen acceso a ningún tipo de pantalla hasta que llegan a enseñanza media, alrededor de los 13 años. Un hecho que sin duda sorprende y del que incluso se ha hecho eco la prensa con titulares como: “Los gurús digitales crían a sus hijos sin pantallas”. Los niños leen libros en papel, hacen experimentos, aprenden tres idiomas, aprenden instrumentos musicales, debaten, van a la ópera, etc.
El uso excesivo de pantallas puede llevar a comportamientos sedentarios y aislamiento social, afectando las relaciones interpersonales y la participación en actividades extracurriculares en la primera infancia, siendo la primera causal influyente en que nuestros adolescentes sigan en búsqueda de esta liberación de dopamina sin mayor esfuerzo, lo mismo que sucede en nuestro cerebro cuando consumimos tabaco, alcohol o drogas.
Buscar alternativas
La falta de información o la inexistencia de esta correlación de la búsqueda de la felicidad y la sensación de dopamina y serotonina, nos hace pasar por alto o ignorar el proceso de la satisfacción de logro, donde tomamos distintas decisiones y acciones que conllevan a una gratificación real y no instantánea.
¿En qué justa medida, este patrón ya impuesto influirá en la toma de decisiones para construir políticas públicas en lo que refiere al sistema de educación, que mejoren la calidad de vida de los estudiantes, desde la edad temprana? Mientras tanto, es nuestra responsabilidad promover buenas prácticas para estimular la sensación de placer en que un cerebro sano identifica y refuerza conductas beneficiosas como comer, socializar, el diálogo en casa, el deporte, el arte, entre otras actividades.
Paula Sandoval Álvarez
Docente de las carreras del área Educación
IP-CFT Santo Tomás, Sede Rancagua
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